Maldito remordimiento de conciencia
Mientras dormía en el sofá, ayudada por la tranquilidad de un partido ganado (en aquel momento por 4 a 1), he soñado que estaba haciendo todas las cosas que en realidad debería estar haciendo en lugar de dormir en el sofá. Ahora, mientras las hago, con la marca de mi propia mano todavía incrustada en la cara, me pregunto adónde van a parar las playas paradisíacas, los caballos con bigotes dalinianos y los amigos de la infancia reencontrados cuando nadie los sueña a la hora de dormir.
Escribo.
Cambio el sofá por la cama.
Si consigo localizarlos, informaré puntualmente.